Mostrando entradas con la etiqueta Gabriela Collado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gabriela Collado. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de noviembre de 2012

Rapto





Nos miramos a la cara y fue un segundo
me raptaste de un mar lleno de gente
y el beso fue inmediato y muy profundo
tanto como si hiciera una eternidad que lo esperabas
El mío fue más lento, algo más calmo
pero igual en el tiempo deseado
Tan segura estaba de tenerte un día
que no tenía prisa en consumarlo.
Tus manos me sacaron de aquel mundo
y las mías se colaron por tu espalda
debajo de tu ropa
Y como si nos conociéramos de siempre
como si nos esperáramos
no hicieron falta más preámbulos
que tus ojos, mis ojos,
tu boca, mi boca,
tus manos, mis manos.
Y corrimos para amarnos sin descaro
y aún yendo más a prisa que las prisas
que por un momento de tanto desearnos nos frenamos
pero luego continuaron las caricias
Sorprendidos aunque ya sin sorprendernos
porque en el fondo el Universo lo sabía
que una noche como esta que recuerdo
tendido en mi lecho acabarías
y debajo de la manta algarabía
jadeos, sudor, juego, saliva
todo entero penetrabas en mi cuerpo y en mi vida
Y el adiós es siempre un niño tímido
que sabe que en mí tu marca ya has dejado
y que yo he dejado en ti la mía
para cuando te atrevas a regresar un día.



Gabriela Collado 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Hoy me fui de tus brazos




Hoy me fui de tus brazos victoriosa
y con rosas naciéndome en la piel que habías tocado.
Y, sin embargo, sola…

Hoy me fui de tus brazos con mi amor desbordado
y, aunque te hayas quemado en mi cintura…
hoy me fui de tus brazos y estoy sola,

pero aún florecida de esperanzas.







Gabriela Collado


viernes, 16 de noviembre de 2012

Sin rostro ni rastro




Por haberte borrado de mi vida
de un plumazo sutil pero certero,
por haberme ahogado de cariño
y dejar que ganara la agonía,
el dolor, la impotencia, el egoísmo.
Por descubrir que lo que espero no lo quiero,
que no soy yo cuando al amor me rindo,
que no doy tiempo para que haya un antes
porque vivo atorada en los después.
Los después que son las nadas del todo
aquello que podía ser sin haber sido.
Porque los amores, aquellos que imagino
no me dejan dolor, no hay amargura,
no hay tiempo ni lugar para la hartura.
Y, aunque es cierto que vacíos de pasión,
no me hacen volar como en tus brazos,
no alojan en sí mismos frustración.

Porque las historias de amor sin rostro,

amor, tampoco dejan rastro...



Gabriela  Collado

jueves, 15 de noviembre de 2012

Siempre nos quedará París




Me llené de hoteles, de monumentos erigidos para habitar postales, de tickets de embarque, de menús ilegibles. Pero tú no apareciste en ninguna foto.

Me llené de Withman, jugué con Cortázar a la rayuela, me bebí el chocolate de Laura Esquivel. Pero tú no apareciste en ninguna página.

¿Dónde estabas cuando contemplaba Pest desde Buda o cuando la Maga intentaba calmar el llanto de Rocamadour?

¿Dónde te escondiste mientras se me helaban las manos en el Empire State o mientras Rosaura se deshacía en pedos en su lecho de muerte?

¿Por qué no robaste un pétalo para mí en la Grand Place, ni te enloquecí como Fermina Daza a Florentino Ariza?
¿A dónde te fuiste cuando la orquesta empezó a tocar en la frontera entre Austria y Hungría o cuando el general Andrés Asencio mandaba matar al amante de Catalina, su mujer?

¿Por qué no te subiste a la Vespa para bajar juntos la Vía di San Leonardo, del Valle de los Juglares a Florencia, ni fuiste concupiscente conmigo, como ese rico comerciante chino con la francesita de Vietnam que, entonces, era Indochina?

¿Acaso te escabulliste entre los pasadizos del Castel Sant´Angelo mientras yo cruzaba el Tiber o, simplemente, te escapaste con Hervé Jancour a buscar huevos de seda a Japón?






Y no, no me digas que "siempre nos quedará París" porque pudiendo ser el gnomo de Amelie, elegiste ser la cucaracha de Kafka. 






Gabriela Collado


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Bajo esta luz





Con la juventud doliéndome en la piel,
vestida de antiguo luto
y un flamante rímel profanando mis mejillas,
te vi por primera vez pero sin verte…

Tanteando el mundo desde mi ingenua guarida,

descubrí en ti al hombre,
lo admiré, y por dejarme encandilar
te creí inalcanzable…

Ahora es el momento en que, acortando las distancias,

nos reconocemos sin velos
entregándonos al más puro de los verbos,
que seguro es el amor…

Ven, acércate y concédele una tregua a tu guerrero

que es bajo esta luz que quiero amarte,
inventarnos nuestro propio mantra
y cantarle a esta pasión…
¿Qué si temo? ¿Acaso no lo sabes?
Tengo un vértigo absoluto,
pero déjame confiar en cuánto un hombre puede amar una mujer
y viceversa…



Gabriela Collado 
>

martes, 13 de noviembre de 2012

Canto al hombre desnudo





Tus dedos como raíces dejan huellas en mi tierra
y me crezco entre tus piernas de formas bien definidas,
con un destino certero cuando vienen hacia mí.

Y allí, donde ambas se juntan, está la vid que da vida,

un racimo de alegrías que me acaricia por dentro,
con dos líneas que señalan el ombligo de tu centro.

Tus glúteos son mi infinito y una línea hacia tu espalda,

donde cargas con tus cosas de la vida cotidiana,
pero dejas crecer alas cuando estás en mi presencia.

Tu pecho de hombre seguro cuando enfrentas a la vida.

Tu pecho que guarda el oro de tu amor ilimitado.
El mismo en el que acomodo mis cabellos desvelados.

Tu cuello, tronco macizo, lleva el canto de tu voz

que al colarse por tu boca lanza un te amo veloz
para soltar a tu lengua al encuentro con la mía
y respirarnos enteros el paso hacia la afonía.

Tus ojos, benditos ojos, mares en los que me pierdo,

los que recorren mi cuerpo con deseo halagador,
en miradas que atraviesan de mi cuerpo el ecuador.

Tu pelo rebelde y alborotado,

hombre de hebra oscurecida,
es donde pierdo la vida,
cuando termino de amarte, para yacer a tu lado.

De tu titánico cuerpo, tu cabeza me provoca,

me piensa, me indaga y presiente,
pero, sobre todo, me decide...
...Suya.




Gabriela Collado

 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Hasta la Victoria siempre





Haceme la revolución y cantemos victoria a tiempo...
el nuestro.

Hacé patria en mi cuerpo y te pariré raíces de gloria.
Vamos a encadenar nuestros cuerpos para alcanzar la libertad en un grito.
Porque la historia se escribe en la piel...
y la mía son los mapas de tu guerrero.
La anarquía de mis ganas no tiene más ley que las tuyas.

Tu activismo está entre mis piernas...
la causa de tu sedición.
Soy guerrillera en la patria de tu cuerpo.
Tus brazos son mis fusiles cuando tu cañón
apunta insolente al bastión de mis lujurias.
Y en el lecho de nuestra independencia
mis piernas serán la V de tus conquistas.



 Gabriela Collado



domingo, 11 de noviembre de 2012