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domingo, 28 de abril de 2013

Ella recoge la humedad



Ella recoge la humedad con gesto torcido
la lágrima rota
la mano en el sexo
la lengua de pájaro

y restriega la mugre
de una alcoba clandestina.

Luego, endereza la virtud,
el desbordamiento
el sabor animal
el eclipse inguinal

y exilia el resplandor
al límite del viento.



Amelia Díaz Benlliure


sábado, 27 de abril de 2013

V.





En las noches de aniversario celebro los caminos y las amapolas que brotaron en mis prados húmedos. Fueron noches de manoshiedra sobre oteros deshabitados. Días de vírgenes jugando al escondite entre los claustros.


Ay, amor, esta noche grita como una sierra abriendo la carne para mostrar la marea tóxica de las entrañas.


Ahora solo busco trenes antiguos que descarrilen en mi memoria.




Amelia Díaz Benlliure

viernes, 26 de abril de 2013

Los heridos





                                                                                              Los heridos
se reúnen en plazas rojas
vician el aire                    
                                                                                              lacra silenciosa
gritos desvalijados
líticos aros de humo

los heridos se abrazan en la noche
boca a boca
sexo a sexo
                                                                                              boca a sexo

vapores fluorescentes
renacen  transfusiones

los heridos
                                                                                              pese a la daga
no pierden el lirismo
el beso
que esperan
sin uniforme

los heridos conocen sus miserias
las arrastran
las lavan a la piedra

los heridos reniegan de las plazas blancas
su sangre
no
se
v
  i
    e
      r
        t
          e
impunemente
                                                                                                viven

yo los conozco
he compartido mesa y mantel
sé que son ángeles
heridos.  


Amelia Díaz Benlliure

   

jueves, 25 de abril de 2013

23/02/1981






La noche tañía tiempos
narrados con luz de candil.
Volaron himnos como murciélagos.
Llovía frío sobre el alquitrán
de un túnel en desnivel.
Se cancelaron las ceremonias
de los hímenes intactos.


                                               Dormíamos, entonces,
                                               en habitaciones separadas.
                                               Nosotros, sin saberlo,
                                               siempre hemos dormido así.
                                               Tal vez haya caminos
                                               que se deban andar
                                               en soledad.


Las alamedas desnudas,
el humo de los cigarros...

...y el rugido insoportable
de los gusanos metálicos
carcomiendo las aceras.



Amelia Díaz Benlliure






miércoles, 24 de abril de 2013

heri DAS






Hay heridas que no deben cicatrizar.
Hay dolores que no se pueden escribir.
A veces hay que coger
la poesía por el cuello,
acariciarla con suavidad,
como si de una amante se tratara,
y, luego,
firmemente,
estrangularla.


Amelia Díaz Benlliure


martes, 23 de abril de 2013

Una historia no contada





Que me pides otro beso y me desarmas
y arrastro la sonrisa hasta los labios
mientras sube un rayo por mi brazo
que descarga dientes en el corazón.
                                                                   
¿Cómo se decide entre la no vida y la vida corta?
¿Entre punciones y placebos,
mirando tan cerca tus ojos de sal?

Son los abrazos de las siete de la mañana
la siembra de las flores venideras,
pétalos escondidos entre los libros
que traerán tu aroma un día de gris.

Que te volviste mi niña en una historia no contada,
que en mis noches infantiles olvidaste
prepararme para ser tu madre, madre.

Y ahora no consigo dirimir
entre la no vida y la vida

que nos queda por vivir.


Amelia Díaz Benlliure


 

lunes, 22 de abril de 2013

Somalia, por ejemplo





No puedo hacer las camas.
Hay una niña en el pasillo.

Llora
acurrucada en un rincón.
Mi casa se ha vuelto
un laberinto de sombras.
Recovecos infieles
de los planos más obvios.
Solo intento continuar
mis tareas cotidianas,
pero ella no atiende
mi súplica de silencio.

Llora
y araña el suelo
observando encogida
los surcos inútiles:
reconozco su mirada,
su estupor
- casi su reproche –.

Llora
y va menguando en el llanto.
Tal vez,
dentro de unas horas,
no sea más que un charco en mi pasillo.




Amelia Díaz Benlliure


domingo, 21 de abril de 2013