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domingo, 14 de septiembre de 2014

Ropa vacía




Ropa vacía como un cuerpo desnudo. Ventanas. Pudor. Lo que soy. Lo mismo tú.

Tenderte. Tocar la inversión de tu cuerpo, las huellas, las medidas, construir del vacío otro cuerpo desnudo.

Lo excepcional, amar la vida cotidiana.

Se repiten las noches. La camisa desplomada contra el suelo. No culpas ya a la urgencia. Las noches se repiten tirando lo que sobra, agarrando los cambios de tu cuerpo.

Estampaciones. Sonidos o sabores.

Miro al suelo. Te busco entre el desorden cotidiano. Espera. Te veo dormir y después todo. Me quedo al marcharme. Un momento. Un segundo y regreso.

Me hago invisible. No quiero olvidar. Lo que soy. Lo mismo tú. Ropa vacía como un cuerpo desnudo.



Lola López-Cózar







sábado, 13 de septiembre de 2014

Y tú qué te mereces



... y sin embargo de nuevo los tumbos son gritos en silencio, asideros fugaces que acaban hiriéndote las viejas cicatrices.

Me da miedo tocarte en un descuido y sentir en tu piel el cartón piedra, la soledad irreversible que a empujones intentas espantar, el corcho, la tristeza incurable con que ríes, la vaciedad, la niñez hecha añicos.

Me da miedo saber que te me has muerto hace años siendo otra, otra igual a ti que sigue agarrando los cuerpos que se encuentra, las copas que le sirven, la sangre que respira, el humo que la aturde.

Es injusto que venga hoy aquí a hablarte de mis miedos, por mucho que te quiera... Es injusto, por mucho que te que te quiera, concederme varita, hacerme hada, si no sé protegerte, si éste no es el cuento feliz de la ignorancia... un poema de Jaime con Sabina de fondo tal vez, la vida destrozándose a sí misma a un ritmo trepidante... la belleza, el amor, la búsqueda incansable de un pirata perdido en las ciudades, conquistando semáforos en rojo, horarios y costumbres, persiguiendo sin descanso su santa voluntad sin saber lo que quiere, y de nuevo el amor, tesoros nunca vistos, tormentas como puños alzados contra cualquier letargo.

Acaso yo estoy rota de la misma manera, y vienes tú a quererme con de toda la miseria que acumulo, y me llamas azul y me haces mágica, cuando yo sólo puedo hundirme en la impotencia.

Tú borras los kilómetros que nada nos importan, yo le saco estrellas a los días laborales y la luna se nos va contándonos la vida. Y a veces nos reímos sin que nadie lo entienda, buscando ese norte que nunca hemos tenido, y otras veces te digo que las hadas no fuman, ni se rapan el pelo como quien mutila su angustia insostenible, ni se ponen enfermas tantas veces al año, ni buscan los servicios palpando las paredes.

En una servilleta escribo que dimito,

y tú no me la aceptas,
y yo no lo he elegido…


Lola López-Cózar

viernes, 12 de septiembre de 2014

Desganas



Amaneció muy pronto en mis oídos, el ruido de la puerta, los pasos, la cisterna, los coches que se van, los perros que pasean. Amaneció sin ganas el café, la manta desdoblada en el sofá y un libro cerrado sobre el suelo. Amaneció sin ganas el agua de la ducha, la batería del móvil, la lista de la compra y mi chaqueta. Amaneció sin ganas la calle toda entera, las bicis, los semáforos, las cosas sin hacer que ya no esperan.



Lola López-Cózar

jueves, 11 de septiembre de 2014

Umbrales



Umbral del dolor, del amor, de la normalidad. Umbral de la espera y la esperanza. Umbral como horizonte, línea límite, capacidad de ver, de contener, de mantener. Umbral que suma y sigue, que resta y sigue. Umbral que multiplica resistencia, que divide el tiempo en pasos cortos. Umbral como una cuenta que narra sin decir el cuento de la carne que existe, la carne y el vivir sin más sentido. Umbral de atención, por ti, sin mí, los días como son y ser es un umbral.

Fibras, nervios, sinapsis y latidos y el horizonte allí, como un deseo, como una cuerda firme, hilo a hilo trenzada.

Umbral triple mortal, sin dios y sin destino, como una inmensidad de pequeños fragmentos. Umbral como otra cuerda, floja como los vientos, como una loca meciendo imprecisiones.

Umbral de fortaleza, de punto muerto y tercer día. Umbral de confianza, de bicho raro y derecho al deber de dejar hueco, un espacio sin huellas, un ya nada me importa, como una piedra que luego será arena.



Lola López-Cózar


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Belleza de convenio



De frente a esa forma extraña de posar ante la vida, seguro de gustar-se, ciñendo las curvas que son solo vacío, belleza de convenio, postura interesante para tu cuerpo estándar.

De frente al yo quiero ser alguien, oposición a todos, marcando semejanzas en cada pretensión de diferencia, yo quiero ser la foto, la palabra inspirada, la invitada de honor y la muerta enterrada.

De frente a la abundancia que flota en sus carencias, libre de este pecado, ni siquiera te agachas por la piedra. Avalanchas vendrán sin distinguir a nadie, ciegos aludes que igualan las miserias y todo será nada como siempre, el famoso final con la extensión de un punto, el famoso final que nos nivela.



Lola López-Cózar





martes, 9 de septiembre de 2014

Orígenes



Un paso acorde o no, provocando tropiezos, animal huidizo, mirada extraña, descontrol de los códigos básicos, ¿y la locura dónde, di?, y la locura cuándo, abierta y fugitiva, con la pregunta exacta arqueando las cejas. ¿De dónde vengo, di?, no olvides que mi vida no practicó deportes, que la calle era eso, los otros y el peligro, resistir en los márgenes construyendo otro mundo, perderse en los renglones, ilustrar el silencio para tapar el ruido, y esconderse en las horas donde rompe la rabia, donde las luces bajan su tono al amarillo, y los sueños esperan veredictos, sentencia imperdonable, un lugar en el tiempo que explique lo incontable.



Lola López-Cózar

lunes, 8 de septiembre de 2014

Como si no pudieran detenernos




Sin que se acabe el sueño que traza las secuencias y dibuja el ayer para soltarlo, sin retener la sombra que quiere ser disparo y enmudecer los ángulos hostiles de la luz, abrazo el olor que olvidaste a mi lado.

Sin continente el espacio se rasga, empezar se retrasa, me habla de sentidos, del gusto desganado, del tacto sin soporte, de la vista cansada que se deja llevar por un bostezo que quiere ser un grito que no conduce a nada, del oído acoplado al silencio de una mañana lenta que calla lo que alcanza.

Esperar espantando los ritos, cambiando de lugar lo momentáneo, para que la certeza y sus ciclos no golpee en la cara, o más abajo el pecho bombeando asteriscos, o arriba la cabeza, veloz como la luz, disparando a la sombra de un principio muy básico.

Cortar los símbolos del tiempo, atajar la paciencia armada de tijeras, y abrir ya los caminos, como la lluvia fina, los juncos que se doblan, las rejas que nos cercan, las hojas que se caen, las corrientes de aire que impiden los planeos, y resistir sin más, como si no pudieran detenernos.



Lola López-Cózar




domingo, 7 de septiembre de 2014