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domingo, 3 de noviembre de 2013

En mi defensa



En mi defensa diré que me dejé llevar por el viento.
Aquel día se desnudó de madrugada y el mundo apagó la luz.
Ambos sabíamos que crecía otoño en nuestras hojas, que el amor
es un plato breve y exquisito, un instante de piel enredada.
Puedo decir, en mi defensa, que la silla alojaba mi espera y tu tacto
imprevisto. Habías besado de aire mi boca sin existirnos, un
presagio de sombras cruzadas en los días callados.
Nos existimos en el viento inaudito, entre las paredes del mundo
apagado. Nos hicimos primavera en versos escritos de piel.
El mundo encendió la luz. La silla guardó silencio.
Seremos otoño otra vez.


Diana Álvarez

sábado, 2 de noviembre de 2013

Cruzando avenidas



Cruzando avenidas
y parques construidos desde el raciocinio,
atrapada en cemento y asfalto,
paseo mis serpientes entre muertos
que nutren máquinas.
La pátina de pesadumbre y desconcierto
nos devora.
Tan insustancial,
tan pequeña, suicido
pensamiento y emoción.
Llevo metal en los talones,
cada paso marco fronteras
mientras piso reptiles.
Llevo metal y el olor impregnado
de lágrima y terror existencial,
mientras los muertos contemplan mis sierpes,
las cuencas de sus ojos marcadas
por el espanto.
La ciudad viste de gris
y yo muero rodeada.


Diana Álvarez

viernes, 1 de noviembre de 2013

El vacío de mi vientre



El vacío de mi vientre
está lleno de espinas
y del tacto sembrado
de tu silencio.
Una ausencia devota
de espera y mirada dormida
en mi almohada.
El vacío de mi vientre
cosecha el hambre
de bestias afiladas.
Con el hueco entre mis huesos,
grabado tu vacío,
crece el tacto abandonado.
Me alimento de posos
en el recuerdo,
(pájaros enloquecidos
que golpean las paredes).
En la sala tu voz callada
llena mi vientre de espinas.



Diana Álvarez

jueves, 31 de octubre de 2013

Casi no sentía su mano



Casi no sentía su mano. El rumor de las palabras dolía en la garganta y las
adecuaba al volumen de la confidencia. Y, aún así, aún siendo más silencio
que voz, casi no sentía su mano.
De vez en cuando, pasaba algún transeúnte. Un lugar poco transitado,
acorralado como un animal salvaje en una batida aún más salvaje. Sin
embargo pasó levemente un niño que depositó su mirada de inocencia
sorprendida.
Casi no sentía su mano, aunque dejaban marcas en la piel. La tragedia es
talentosa en el arte del tatuaje desvanecido. Recogió una lágrima con el dorso
de la mano libre y trató de esbozar una sonrisa.
Aún flotaba el niño y su fotografía efímera. La inocencia previa al primer filo.
Casi no sentía su mano. Sentía más una mirada apenas sorbo de agua
hirviendo.
Casi no la sentía, sola en el banco, calor de verano y una mano amiga muerta
que estremece cimientos. Sólo una caricia fantasma que baila recuerdo.



Diana Álvarez

miércoles, 30 de octubre de 2013

La mujer de papel




Antaño llovieron palabras en mi piel,
derramada de un árbol herido,
sueños de poetas, cuentos de hadas,
recuerdos
Perdidos legajos en las cunetas
y las riberas de ríos estancos,
ardida en rayos de sol,
mujer de papel escrita,
leída con la caricia tenue
antes de ser arrancada,
mujer de papel estremecida
que se lee y se relee
en sus páginas
hasta descubrirse una noche
concluida.
Derramada de un árbol herido,
herida de tinta y palabras,
mujer de papel que se arroja
sobre el polvo de un estante.


Diana Álvarez

martes, 29 de octubre de 2013

Pneúma


Desde ese lugar, desde mi silla,
respiro un aliento
que fluye del aire.
Desde este lugar, desde tu asiento vacío,
un aliento acariciado
te toca
leve como la mano del tiempo.


Diana Álvarez

lunes, 28 de octubre de 2013

Ex Nihilo


No existe causa sin tacto,
ni efecto sin mano.
Las miradas no precisan
de brújula para nacer
tormentas.


Diana Álvarez

domingo, 27 de octubre de 2013