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domingo, 24 de octubre de 2010
METÁFORA Y LIBÉLULA
Aletea frenética
una libélula solitaria
entorno a las diáfanas
gotas de vida
del arroyuelo otoñal
Un exiguo rumor
de silbidos y brisas
se desvanece
en el silencio
del paraje
huraño del tiempo
Ráfagas de un sol
jadeante y medroso
requiebran las sombras
de la hojarasca
incipiente
Un estruendo
resuena en el horizonte
dinamitando
la quietud de una tarde
descalza de razones
La aterrada libélula
abandona la tangible
protección del vuelo
en busca
de un resuello
incombustible y perenne
en sus pupilas
Mas la inquebrantable
avaricia depredadora
de una lengua viscosa
descoyunta
el soporte del futuro
a lomos de un hoy
desalmado e insaciable
… ya no resuena
el revoloteo nervioso
sobre el cauce
del riachuelo
…ya su reminiscencia
se ahoga
en las tinieblas
de la noche…
Francisco Picón
sábado, 23 de octubre de 2010
ME HAN MIRADO LAS ACERAS
Me han mirado las aceras
con indolencia,
como si mis pisadas
ultrajasen su sosiego
y no mereciese la pena
la queja insondable
La sombra de mi reflejo
se evade por las vidrieras
de la intransigencia,
en busca de perfiles
faltos de abrazos
Mi ausencia
escolta al silencio
de una ciudad inconsciente,
entre bullicios y efluvios
podridos de soledad
Y mi cuerpo,
huérfano de linaje
o sonrisas,
abandona la esencia
de las aceras,
deshonrado y apocado,
para hibernar
en la morada del egoísmo
Francisco Picón
viernes, 22 de octubre de 2010
LA ESTELA DE LA TRANQUILIDAD
Si disfrutara del don
de conocer cuanto veo
sin el prisma
del prejuicio
ni el tamiz
de mi cultura,
miraría tras el cristal
de mi tragaluz
sin aprensión, ni pudor.
Si me confiriesen el valor
para afrontar la vida
sin traumas, sin discordias,
sin repetidas derrotas
en la comisura de la mirada,
progresaría por la senda
de mi presente
hacia el mañana espontáneo
de la perplejidad
Si mis manos arrullasen
la piel de la autenticidad
entre las sábanas
del tiempo perdido
y la saliva de las prisas,
ceñiría cada momento
sin pausa ni cobardía,
sintiendo los latidos
y el pulso de mi suerte
Si supiera estrujar
cada segundo
de mi existencia,
descubriría,
sin titubeo,
la estela de la tranquilidad…
Francisco Picón
jueves, 21 de octubre de 2010
EL SECRETO DE LOS BOSQUES
Encumbro la mirada,
paulatinamente,
más allá de la distancia
en busca de un cómplice
solitario
Le susurro a los árboles
que compartan, tenues,
mi deleite con el viento
y las mariposas
frenéticas
Un imperturbable paisaje
resguarda ese instante
compartido con el follaje
soterrando de identidades
el silencio de mi voz
La brisa contumaz
que magulla mi quietud
avisa a mi consciencia
del paso del tiempo
a golpes de realidad
Y mi mirada sucumbe
ante el poder de las prisas
y la alimaña urbana,
mas en mis pupilas descansa
el secreto de los bosques.
Francisco Picón
miércoles, 20 de octubre de 2010
EL HOMBRE QUE FUI
El hombre rebelde que fui
se aletarga entre las sombras
de las edades cumplidas,
de las historias pasadas,
del silencio de mentir,
de las mentiras del tiempo,
de las arrugas del miedo
de la rutina de vivir.
El hombre valiente que fui
se disipa entre las sábanas
de los sueños sin memoria,
de las cenizas apagadas,
del querer llegar al fin,
de las ruinas del sexo
de las huidas sin retos
del olvido que hay en mi
El hombre sin dueño que fui
se arrincona en las esquinas
del dinero en la cartera,
del hambre en las miradas,
de las ganas de sentir,
del sabor de tantos besos,
del aroma del deseo,
de las caricias sin ti
El hombre sencillo que fui
se refugia en las sonrisas
de los labios de verdad,
de las batallas ganadas,
de tu silueta de perfil,
de la muerte entre tus brazos,
de la vida entre tus pechos,
de tenerte junto a mí.
Francisco Picón
martes, 19 de octubre de 2010
AVANCE SIN PAUSA
Somnoliento y perdido,
deambulas por los rincones
de tu existencia,
en busca de una sonrisa
derrochada en algún lugar
de entre las sombras
del pasado.
Caminas,
a través de las ruinas
que pueblan los sentidos,
esperando saborear
el aliento de un minuto
compartido
Las distancias
sólo coexisten en las fronteras
de las arrugas de la piel
y las ausencias se asientan
en los meandros de un cuerpo,
lacerando de vacíos
el ocaso de tus sueños
Si decides mantenerte
adormecido o despejado,
en el fondo, no importa.
Las saetas de un tiempo
perdido prosiguen
su avance sin pausa,
mientras, en el olvido,
se acomoda la orla
de tu sonrisa,
perfilada en los labios
del ayer.
Francisco Picón
lunes, 18 de octubre de 2010
LO RECUERDO COMO SI FUERA HOY…
Era en primavera,
justo cuando las hojas caídas renacían por fin,
y en el cielo se adivinaban lágrimas en forma de lluvia.
Sí, lo recuerdo bien
el sonido de un suspiro retumbaba en el fondo del arroyo
recorrido por centenares de luces distorsionadas por el viento.
Es curioso, te veo allí
y tanto el uno como el otro sabemos lo incierto del momento
vivido sin vivir sintiendo su latido inexistentemente presente.
Una sonrisa nace en mi interior
al comprobar que tu aroma de entonces pervive en mi nostalgia
tal y como lo soñaba en mis noches erráticas por el devenir del tiempo.
A veces me sorprendo
hablando al joven perdido en su inocencia como si fuera posible
revocar la irresistible cortina de plomo que surca cada instante.
Era en otoño, ¿recuerdas?
y el patriarca de los árboles desterraba a las hojas al hastío
derramando savia ignorancia más allá de los límites del cielo.
Eran tus ojos
una estrella incandescente de sueños emergentes del deseo
y el parpadeo sellaba el contrato tutelado por la aurora desvelada.
Como contar sin perder algo en el intento
tantas ilusiones desbordadas en la riada del silencio
más allá del corazón ensangrentado de esperanzas.
Era invierno, una tarde soleada
y cantaban los niños de las aceras la melodía del misterio
entre porciones de la tarta de piel de una gallina sin miedo.
No estoy seguro
pero quiero pensar que el violín de un ruiseñor destilaba
las notas acompasadas de un examen de conciencia.
No, no es difícil de saber
que mi cuerpo se estremecía de recordar sin haberte conocido
la culminación de un anhelo añorando tu ausencia.
Era una loca noche de verano
y la pasión nacida en mis entrañas veía la luz tras una latencia
encubierta en la dureza de un rostro a la sombra de su inseguridad.
Las dudas son certezas
si navegas en un océano sincero de aguas profundas y claras
y las flores de coral se rinden a la evidencia de mi suerte.
Quizá no fuese primavera,
ni otoño, ni invierno, ni verano…
pero lo cierto es que recuerdo como si fuera hoy
el ayer que cambió para siempre el color del lienzo
en el que cada día se dibuja la sonrisa
de la felicidad de haberte conocido.
Francisco Picón
domingo, 17 de octubre de 2010
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