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domingo, 7 de julio de 2013

POLILLAS



                
Las polillas son mariposas delincuentes.

Con nocturnidad y alevosía

devastan la ropa

que duerme en los armarios

y trazan un idioma de grietas

sobre las palabras amordazadas

de las bibliotecas en ruinas.

Ocultan su apetito

de larvas insaciables

y vuelan deslumbradas una noche,

dejando tras de sí

un rastro de harapos, olvido y polvo.

Vosotros,

los que amé,

en mi memoria

hoy ya descosidos,

masticados,

apolillados,

anónimos,

pobláis furtivos mi corazón

como perdura la miel

dentro de una colmena de la que emigraron las abejas.



Charo de la Varga


sábado, 6 de julio de 2013

He aquí el laberinto.



He aquí el laberinto.

He aquí el liquen dibujando de oro y ceniza

los muros herméticos.

La rabia de los huesos calcinados,

los sueños en el fango del tiempo detenido,

los arañazos de los extraviados.

Las palabras de amor escritas en la piedra

son rastros de sal para mi sed.

Sólo dame un poco de dinamita.

Yo pondré el fuego.



Charo de la Varga

viernes, 5 de julio de 2013

Silencios



Lo que no se dice

nos pellizca los párpados,

y tenemos que cerrar los ojos

para que no eche las ramas ahí afuera.

Lo que callamos

extiende sus raíces por las venas,

tan real y corpóreo

como el soplido que aviva el incendio.

Lo que no te digo, lo que tú callas,

permanece viajando entre la piel y la carne

en un murmullo de erizos.

Y algunas veces

crecen tanto sus tallos,

que se nos acaba desbordando

una insurrección de flores mudas

desde las yemas de los dedos.




Charo de la Varga









jueves, 4 de julio de 2013

Materia oscura




Leo que han simulado la colisión de la Tierra

contra un microscópico agujero negro.

Parece que en su origen

el Universo estaba vacío de ellos,

poroso como una esponja.

Nada que temer, dicen,

tan solo un pequeño terremoto.

Cuatro grados en la escala Richter,

mientras le atraviesa el corazón a mi planeta

esta bala perdida de algún dios arrogante.

No sé de agujeros negros

ni de curvaturas en el espacio-tiempo,

pero intuyo la nada

apuntando directamente a mi pecho.

El escalofrío reducido al bolsillo de un viejo abrigo,

hallazgo trivial que la casualidad me propone.

Los dedos se abren paso

palpando el infinito

a través del forro desgarrado:

un papel escrito con letras desvaídas,

la entrada de un concierto,

el fósil de un caramelo,

una horquilla oxidada,

la emergencia de un beso.

Y una piedra pulida y pequeña,

talismán de un momento,

arcano interrogante

sobre mi mano perpleja.




Charo de la Varga

miércoles, 3 de julio de 2013

LLAMARADA







Dejaste olvidadas

algunas caricias en mi cuerpo.

Tatuajes invisibles atravesados,

para siempre,

en los laberintos de la memoria.

A este lado

las horas, los minutos, los segundos,

avanzan como ejércitos de hormigas

devoradoras de tiempo.

Pero detrás de las ventanas

existe un enigma que lleva tus ojos.

Y como único alimento de mi obstinación

voy diseccionando un encuentro fugaz.

En la espera.


Charo de la Varga


martes, 2 de julio de 2013

Las tijeras se aburren en el costurero



Las tijeras se aburren en el costurero.

Con el pico cerrado son un pájaro absorto

en rutas de papel, de seda, de cabellos.



A veces seccionan estas nubes deshilachadas

que son los cordones umbilicales del firmamento

y me desconcentran de la labor.

Y acabo flotando

entre el tejido y el ensueño.



Llegaron hasta mí otras tijeras

como regalo de despedida.

Castigadas en un cajón durante meses

me estremecía hallarlas por accidente

y acabaron de punta en la basura.

Nunca supe si fue una conmovedora sutileza del inconsciente

o la metáfora más cruel y absurda del abandono.



Las de ahora no parecen mariposas afiladas

sino amables armas domésticas.

Observan mis desvaríos

desde las cuencas de sus ojos metálicos,

pero no me juzgan ni me amenazan.

Cortan los patrones de mis pensamientos

y los hilos perdidos

de las conversaciones de mi casa.




Charo de la Varga






lunes, 1 de julio de 2013

El cielo es el sobre cerrado...



El cielo es el sobre cerrado

de una vieja carta.



Nos miramos temblar en el agua

y creemos ser la firma de las estrellas,

espectadores de la magia en la que se bañan las cosas invisibles.



Estamos así, sin tocarnos,

cada cual abrazado a su propio silencio,

empapándonos de una eternidad indigente y frágil.



Hay deudas sin saldar en todas las vidas

y vidas que parecen el pago de una deuda pretérita.



Desplegando por las entrañas una calma de brisa

soplas la llama de una cerilla,

lanzas ese guijarro

que eres tú

y cuentas hasta tres.



Y así abres en el cielo,

desde la tramoya del corazón,

la maquinaria oculta de las palabras.




Charo de la Varga




domingo, 30 de junio de 2013