jueves, 4 de julio de 2013

Materia oscura




Leo que han simulado la colisión de la Tierra

contra un microscópico agujero negro.

Parece que en su origen

el Universo estaba vacío de ellos,

poroso como una esponja.

Nada que temer, dicen,

tan solo un pequeño terremoto.

Cuatro grados en la escala Richter,

mientras le atraviesa el corazón a mi planeta

esta bala perdida de algún dios arrogante.

No sé de agujeros negros

ni de curvaturas en el espacio-tiempo,

pero intuyo la nada

apuntando directamente a mi pecho.

El escalofrío reducido al bolsillo de un viejo abrigo,

hallazgo trivial que la casualidad me propone.

Los dedos se abren paso

palpando el infinito

a través del forro desgarrado:

un papel escrito con letras desvaídas,

la entrada de un concierto,

el fósil de un caramelo,

una horquilla oxidada,

la emergencia de un beso.

Y una piedra pulida y pequeña,

talismán de un momento,

arcano interrogante

sobre mi mano perpleja.




Charo de la Varga

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