martes, 3 de noviembre de 2009

AL OTRO LADO DE LA PUERTA



Hay miedos pequeñitos que nacen en los sustos
y que apenas traspasan la inocente epidermis de la
infancia.
Existen miedos grandes, que se quedan agarrados
para siempre
a esa carne trémula que anuncia el escalofrío.
La vida va borrando algunos de esos miedos. Otros
quedan como latentes, como un magma sereno
esperando el momento de entrar en erupción.
Fue una puerta mi más punzante miedo: la puerta
prohibida de un desván de la casa del pueblo.
La puerta
y el prefacio de su enjuta y lóbrega escalera
y el seboso candil que pendía en el dintel del
primer escalón
y la llave.
Mis hermanos mayores
hablaban a escondidas del desván
mentando extraños trasgos,
etéreos ectoplasmas cargados de cadenas,
y ayes de almas penando que se mezclaban
con el angustioso ulular de los días de viento.
Un día descubrí la llave. Dormía
en una cómoda de madera curada
entre sábanas de hilo y bolas de alcanfor.
Era una llave enorme de hierro bien forjado
y llevaba anudado un borlón de cortina.
Sentí, al verla, junto al dulce pecado de la trasgresión,
el placentero miedo de lo prohibido.
Desde entonces, regresaba a escondidas
y la tocaba, imaginando los seres residentes
al otro lado de la puerta.
El miedo es un imán y, un día,
prendí el candil, subí las escaleras y abrí la puerta.
Sólo fue un leve y lento giro
seguido de un brusco portazo
y un desandar las escaleras
y un candil rebotando en los peldaños
y un aire que faltaba en mis pulmones
y un corazón saliéndose del pecho.
La casa acabó siendo engullida por la sed de un
pantano.
Curada de otros miedos de esa lejana infancia,
aún me queda un rescoldo de miedo cada vez
que, al girar una llave, hay chirrido de goznes
y me encuentro con la oscuridad
al otro lado de una puerta.


EPITAFIO
Esta losa es la puerta que separa
la Vida de la Muerte, pero ignoras
a qué lado se encuentra cada una.




José Javier Alfaro Calvo



Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo



1 comentario:

Vesania.- dijo...

qué poema más bonito...