viernes, 2 de mayo de 2014

Miss Trois-Rivières




Los negros están solos.

Un poco más, peor. Solos con su negritud y sus poetas

negros que mandaban metáforas

como quien firma una postal desde París.


El concurso de Misses en Trois Rivières, por ejemplo.


Le han puesto banderolas a la plaza

y un látigo

de seda sobre los pechos que aún no tiene

a la reina en trikini de los solos. Hay que adornar la soledad.


La soledad se exprime.

La soledad se canta.

La soledad se come.


Hay que ponerle samplers para incendiar el valle

y gloss

y océanos de azúcar

a tanta precolombina soledad,

tantos siglos sin faros y al óxido en la quilla.


La soledad es el gran río que se bebió a nuestros ancestros.


La soledad se saca en procesión.


Están solos los negros,

solos con su gwoká y sus Frantz Fanon, soledad

por los monstruos de los monstruos y amén,

lo mismo que los blancos. Pero

al menos la bailan.


Martha Asunción Alonso

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