jueves, 4 de septiembre de 2008

FRONTERA



La única frontera que reconozco
la forman las babas del mar,
la aguamarina sobre la arena,
que va y viene,
que siente la ausencia de la Luna
y el calor del viento.

Y es frontera indefinida,
perdida en bucles efímeros,
en centellas salinas,
en dorados convertidos en pardos,
en húmedos que son mojados y
al instante
ya ni eso,
ya son secos trocitos nacarados
de vulva de mar.

Y nunca sé si estoy aquí o allí,
o si quiero cruzarla o no,
pero ando descalzo buscando jugar con ella
para que no me atrape,
pero dejándome mojar los pies.

Y no es frontera porque separe,
nunca pienso en restar,
es frontera porque allí se hace de noche
y no cesa el rumor,
y aunque esté solo o me rodee la gente,
no cesa el rumor,
y cada vez que pierdo la mirada entre los añiles del horizonte,
no cesa el rumor.

Puedo escucharlos cantar,
puedo sentir sus saltos sobre el albero del desierto,
puedo verlos mirar hacia aquí
con los ojos llenos de esperanza,
arrojo en la saliva la hiel de la incomprensión
que mancha sus labios
y los míos.

La piedra habla,
dice el chamán,
señala el tiempo entre las rendijas de las montañas,
es mucho tiempo,
millones de años, quizás ciento cincuenta millones,
cuando se seque el mar
y desaparezca la frontera,
pero entonces será tarde,
les oigo susurrar,
y ya no habrá ninguna mirada sobre este mundo,
ninguna,
capaz de conmover.


Esteban Gutiérrez Gómez


2 comentarios:

María Jesús Siva dijo...

Que tristes las fronteras, y el tiempo que nos las abre ni las borra.
Quizá nosotros seamos capaces de ir derribando algunas, palabra a palabra, verso a verso.
Muy bueno el poema. Ya veo que te han colocado entre los grandes, será porque lo mereces.
Un beso

Baco dijo...

No lo merezco, pero la generosidad de Fernando es inabarcable.