jueves, 2 de septiembre de 2010

ESE CABALLO




Azul de fiebre, ese caballo llega,
cubierto de sudor, del horizonte.

Sabe que morirá. Y te necesita.
Necesita apoyar en tu regazo
su cabeza deforme y agitada.

No temas.
Pasa tu mano por su crin,
no dejes que agonice solo.

Ese caballo arde de amor. No temas
su contagio: hace mucho
que has muerto ya de aquella peste.



Joaquín Sánchez Válles