jueves, 14 de enero de 2010




Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada,
la trampa de vivir y ver morir.

Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.

Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia delante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.

Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.

Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.



Ángel Guinda


2 comentarios:

ybris dijo...

Pues claro que no.
Si vivimos en él es porque no hay otro remedio.
Gritaremos.

Abrazos.

Doberka dijo...

Pues yo no quiero que te mueras, Ángel, mejor sigue bramando sobre la vida. Mejor. aún, sé o sigue siendo tu vida.

Besos