viernes, 5 de abril de 2013

Envuelta en piel






 

Me duelan las caricias

cuando vuelvo a vestirme de mi misma.

Se quedan tatuadas en la piel

como símbolo inequívoco del encuentro.



Se quedan también los besos

impregnando el aire que respiro,

el olor de tu deseo en la yema de mis dedos.



Se queda mi sonrisa enredada entre las sábanas,

la música sonando en el fondo del abismo.

Todos los suspiros y todos los sollozos

hechizando el silencio de las sombras.



Se quedan las palabras

navegando en un mar sin orillas,

-en el borde mismo de los labios-.



Se me queda el alma temblando

cuando vuelvo a vestirme de mi misma.



 Carmen Jiménez Díaz



2 comentarios:

astaghfirullah dijo...

Se quedan las palabras huérfanas, flotando sobre las sombras...bonito vestido.

carmen jiménez dijo...

En realidad José Ángel, es el único vestido que nadie puede robarte.
Un abrazo.