domingo, 29 de mayo de 2011
10 de Octubre
10 de Octubre
Y, sin embargo, hablo, sonrío,
converso con aquellos que quieren escucharse
y me convierto en eco de sus palabras solas.
Paseo por el parque de olmos centenarios
y cuando veo un sauce que baja como lluvia,
vuelvo a identificarme.
Paseo, pienso, converso con mi sombra.
Mientras, un hombre serio vestido con un mono
barre las hojas que caen tercamente.
Innecesarias hojas que la escoba convierte
en montones informes de basura pardusca.
Innecesaria, camino, innecesaria,
viéndome en los reflejos del agua prisionera,
innecesaria: cayendo al río torcido
de mi sangre golpeada,
como las hojas, el tiempo, la ceniza.
Innecesaria, y vivo, innecesaria.
Innecesaria, y me dejo vivir en las alcobas,
entro en los almacenes y en las cafeterías,
sostengo las cucharas y duermo y os sonrío,
y extraño las escobas, necesarias y bellas,
que van amontonando las hojas concluídas.
Manuela Fernández Santamaría
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2 comentarios:
Déjate vivir, habla con quienes quieren escucharte, algunos te extrañamos más que a las escobas :-)
Gracias, Víctor.
Si dejarse vivir es seguir, estoy siguiendo, sin excusas,
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