jueves, 21 de febrero de 2013

LUZ FATIGADA



Unas gotas de lluvia, inoportunas,
espesas, consistentes, que caen de una mancha
en el azul del cielo modifican
la alegría, el paisaje antes solar,
diurno a secas, con toda la abundancia
de luz que imaginé al despertarme.
Se encierra en sí el espíritu gozoso,
a la espera de que la nube negra
se encamine hacia cumbres más lejanas,
pero prospera dentro la certeza
de que es el mundo sombra permanente,
de que exhalan un hálito de hollín
gargantas humilladas cuando afirman
su confianza en el porvenir y el mito
de la felicidad se dispersa en volutas
de humo, en pavesas insignificantes
de una lumbre extinguida,
porque apenas un rayo de sol realza
la pureza del cuerpo, satisfecho
el caudal del deseo en la magnificencia
de la piel que empapada se diluye
en la piel extasiada, en los remansos
de la carne vencida que te espera,
y el alma se transforma, se amortaja,
saciada ya esa sed de nueva savia,
y un golpe traicionero del destino
ciega los ojos que antes con asombro
miraron la porfía de los cuerpos, la lava
del mundo, y el cielo limpio que es de todos.



Carlos Alcorta

 

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