Muchos te dictarán otros juicios,
te nombrarán diversas razones;
pero un hombre apenas puede
decir lo que sabe,
o lo que es.
Las palabras nombran y crean,
si dudas de su esencia
ellas te harán esclavo del idioma.
Recuerda
que sólo el traidor queda en evidencia.
Para el que se aferra a la existencia
la vida se transforma en carcoma;
en cambio, para el que contempla los días
con distancia,
todo sucede como un viaje en tren sobre la mar;
con sus accidentes y sus remeros locos.
El que se aferra a la existencia
con glándulas y armas
alberga en la conciencia suciedad.
En ocasiones, los objetos, la música
o un recuerdo invocado,
te hablarán con más claridad que los hombres.
Procúrate riqueza que te ilumine,
lo demás se deshace como el barro comido
por el viento.
La vida necesita de la renuncia,
si a ella te opones,
te atrapará en la jaula del deseo.
Lo que te aleje del mundo
te mostrará la verdadera naturaleza del ser.
Observa al que pretenda convencerte con ahínco.
Escucha las palabras antes de pronunciarlas.
Evita al que te llame a una verdad sin fisuras,
después codiciará imponerte sus dogmas;
tras esa nobleza aparente se oculta el fanatismo.
A pesar de la decadencia muchos afirmarán
que la vida merece la pena;
por mi parte no sabría qué decirte.
Con dolor,
del que si te despreocupas se convertirá en tu aliado,
alcancé a entrever lo que ahora traslado.
Tal vez tú aprendas trastos diferentes
y allá, en otra eternidad, los compartamos.
Cree en las ideas
que transforman y construyen;
lo demás vendrá por sí mismo,
como la lluvia, el fuego o el misterio.
Seguramente tendrás amigos,
pero no todos serán de carne;
también tendrás amor,
eso casi seguro,
pero no siempre vendrá de quien tú ames.
Al final
sabrás que la claridad
casi nunca coincide con la verdad,
y que la gravedad de las cosas
asciende
y planea como un extraño pájaro muerto.
Y, en fin,
que nadie te inspire miedo,
sólo son hombres que juegan.
Raúl Herrero
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