Ana Pérez Cañamares
HERENCIA
Las poetas suicidas me llaman.
Yo no las escucho.
Come fruta, me digo,
vigila los deberes de tu hija
recuerda la fecha en que vivimos
repasa tu nómina
no olvides la cita del ginecólogo.
A veces hago caso a la madre muerta que enterré en mí.
Otras me tumbo en las orillas de los ríos que os tragaron
y el sueño me evita
y la oscuridad se adensa a mi alrededor
como una mermelada irrespirable.
Os acercáis, pero yo
no os oigo. Aprieto los dedos sobre los oídos
me agarro a los barrotes que me sostienen.
No sé planchar pero hoy es quince de septiembre
cada tres días llamo a mi padre y le pregunto qué ha comido
aunque confieso que sin ningún sentimiento.
No oigo voces aunque la mía a veces
suena insistente
como la radio que sube por los patios.
No os voy a escuchar.
Quizá estáis calladas
y es sólo esa mezcla de vanidad y homenaje que me enajena
lo que hace que os confunda con el silencio.
No importa.
De momento recuerdo dejar mi locura
doblada junto a la ropa
cada vez que me sumerjo en el agua
o en uno de vuestros versos
Del poemario La alambrada de mi boca
jueves, 26 de julio de 2007
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5 comentarios:
Mil gracias, Fernando...
Estoy disfrutando con todos esos poemas que seleccionas que ni te imaginas.
Éste se merece un marco a su alrededor y una pared concurrida dónde colgarlo.
Es muy bueno, felcitaciones para su autora y a tí también por tu exquisito gusto.
Ahora voy a ver su blog.
Gracias a ti Ana...ya sabes que te tengo entre mis ramos de flores...besos
Me alegra que tanto el blog como el poema te gusten..abrazos Toro.
Este poema de Ana es una pasada, yo tome algunos de sus versos como epígrafe de uno de mis "intentos poéticos". Ahora al releerlo toma más cuerpo del que ya tenía la primera vez. Soberbio Ana.
Un abrazo
Sonia.
Besos Sonia.
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